LA VOZ y la opinión


Periodismos Judeo Argentino Independinte
El mecanismo interno que eterniza el status quo
Por Daniel Kupervaser
www.daniel.kupervaser.com
Fuera del hecho esporádico de la desconexión de la Franja de Gaza que llevó a cabo Sharon en 2005, se puede afirmar que el status quo en el conflicto palestino-israelí se mantiene prácticamente casi intacto por más de dos décadas. Desde 1996, con la primera asunción de Netanyahu a la función de Primer Ministro.
En su aspecto exterior, este inusitado fenómeno fue posible materializarlo por la conjunción de dos motivos básicos: un servilismo incondicional hacia Israel de parte de las distintas administraciones estadounidenses y el descomunal poderío militar y estratégico israelí frente a una generalizada debilidad palestina.
Lo que hasta este tiempo no fue desmenuzado es el aspecto interno – el comportamiento de los distintos sectores de la sociedad israelí que permitieron perpetuar una situación que no admite solución. Ese es justamente la temática que abarca el siguiente artículo y el gran valor del aporte de Nehemia Shtrasler.
Lo que se requiere del lector compenetrado mínimamente en la sociedad israelí, es levantar un poco su mirada y percibir que, en realidad, el análisis de Shtrasler no debe referirse únicamente al Likud. El presente artículo es tan pertinente a la conducta de partidos comúnmente catalogados de centro izquierda, como es el caso de Avoda, liderado por Herzog, y Yesh Atid de Lapid. Es decir, atañe al 90% del componente judío de la sociedad israelí.
El permanente martilleo subliminal que no hay con quien negociar cumplió su función y el resultado es una clara inclinación hacia la derecha de la mayoría de los votantes judíos de Israel. No en vano, ambos líderes, Herzog y Lapid, no desperdician oportunidad de poder integrarse y ser socios del gobierno presente, sin que ninguno de ellos sea capaz de salir con una iniciativa clara y contundente totalmente opuesta a las de Netanyahu.
EL CÍRCULO VICIOSO DEL LIKUD – NEHEMIA SHTRASLER –
No se trata de “hechos alternativos” ni de “noticias falsas”. La amistad entre el Primer Ministro de Israel y el Presidente de EE. UU es un hecho que beneficia al Estado de Israel. Es importante el hecho que Donald Trump también ve en Irán un peligro verdadero para la paz de Israel y del mundo, y él se ocupa de ello. Es importante la constitución de equipos de trabajo conjunto en diversas áreas, desde seguridad y guerra cibernética hasta economía. El hecho mismo del respaldo estadounidense es de gran valor para Israel en el campo de los negocios. Sin duda aporta mucho al éxito de la visita de Netanyahu de estos días en Singapur y Australia.
Sin embargo, estas buenas noticias no logran romper el círculo vicioso en el que se encuentran Netanyahu y el Likud. Están entre la espada y la pared. En situación que no pueden tragar ni escupir. Por un lado, parlamentarios del Likud no quieren anexar Cisjordania con la consecuente obligación de otorgar igualdad de derechos a palestinos. Ellos entienden que con un 40% de palestinos en la población el sueño sionista puede arribar a su fin. Ellos no quieren incorporar 2,5 millones de palestinos con derecho a voto al parlamento israelí. Por el otro lado, no están dispuestos a escupirlos. No quieren desprenderse de los territorios donde viven estos palestinos para que instauren su estado independiente. Desde su punto de vista este sería un estado terrorista que atacará Israel con misiles de Irán.
Los parlamentarios del Likud y Netanyahu no pueden anexar a Israel el área C de Cisjordania (bajo administración exclusiva de Israel) y agrupar a los palestinos solamente en áreas B (administración conjunta) y A (administración exclusiva palestina), en una autonomía limitada, fraccionada y pobre, cercada por el ejército israelí que controla todo quien entra y sale. Esto significa convertir a Israel en un estado Apartheid (como que no es la realidad del último medio siglo – DK). El mundo y la administración estadounidense no están dispuestos a aceptar este orden. Entonces, ¿cuál es el motivo que ministros y miembros del parlamento del Likud declaran a viva voz, día y noche, su voluntad de anexar Gush Etzion, Maele Adumim y también el área C de Cisjordania? Éste es el resultado del circulo vicioso en el que se encuentran los parlamentarios del Likud. Sus miembros se enfrentan permanentemente con el partido Bait Yehudi de Bennet para movilizar votos de electores dentro del grupo poblacional denominado “nacional-religioso”. Ellos saben que los electores del centro-derecha no abandonarán el Likud si sus ministros se inclinan a la derecha en sus declaraciones. Por el contrario, la derecha nacional religiosa estará dispuesta a abandonar el Likud votando a favor de Bennet si del Likud no escuchan suficiente anexo maña.
Netanyahu en su círculo vicioso
Al respecto hay argumentos internos. La lista de candidatos del Likud se fija en elecciones primarias internas. El día de la votación, de los 110 mil inscriptos se presenta un 55% aproximadamente, es decir, 60 mil personas. Por lo tanto, quien es capaz de controlar un grupo unido y coherente de unos 6 mil votantes de las primarias (10%), tiene un gran poder de influencia en la elección. El ministro Jaim Katz tiene un grupo de este tipo, compuesto especialmente por empleados de la empresa Fabricaciones Militares Aéreas y otras grandes empresas estatales. Fuerza mucho mayor tienen los colonos judíos de Cisjordania. En las listas del Likud están registrados unos 8 mil, que cuando se trata de colonias, ellos votan alineados.
En las últimas primarias del Likud para la lista del parlamento, las diferencias entre el primero y el segundo fue solo de 800 votos. Desde el momento que un grupo dispone de 8 mil “soldados”, esto significa que el grupo organizado tiene en sus manos una ventaja de 10 posiciones respecto de quien es exactamente boicoteado por el mismo grupo. Esa es toda la diferencia entre ser elegido en un lugar real o irreal en la lista de candidatos del partido.
Éste es el motivo por el cual ministros y miembros del parlamento del Likud se inclinan por la derecha y más a la derecha. Por eso apoyan las demandas de los colonos. Por eso hablan de anexión, sin que ellos, en realidad, se lo proponen con seriedad.
Aquí entra Netanyahu en el show. Él los representa de la mejor manera. Netanyahu no quiere ningún cambio, ninguna anexión como así también ninguna otra solución. Él quiere continuar con la situación vigente, sin hacer olas. Por este camino él cuida de su sillón del mejor modo. Por lo tanto, él desvanecerá todo intento de solución propuesto por Trump, como hizo añicos la iniciativa de paz regional que se le presentó hace un año en Áqaba – Jordania. Al mismo tiempo elogiará sin límites su heroica amistad con Trump. De esta forma transcurrirán otros dos años, hasta las próximas elecciones.
Diario Haaretz, 21-2-2017.
Traducción: Daniel Kupervaser


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